El romance de Gerardo Diego comienza con una personificación, a la que le seguirán otros ejemplos, como la segunda estrofa: «Indiferente o cobarde / la ciudad vuelve la espalda. / No quiere ver en tu espejo / su muralla desdentada». En este caso, toma la ciudad como una mujer que no quiere verse y, por otro lado, en el último verso hay una referencia a la decadencia de Castilla. Se hace presente también el uso de vocativos, paralelismos, repeticiones, etcétera.
En comparación con el poema anterior de Antonio Machado, dedicado también al río Duero, este es más poético, no se detiene en los detalles, mientras que el otro es más realista y de una lectura lenta, y una composición más extensa. El "Romance del Duero" presenta una estética y estructura que se asemeja más a una canción.
La mirada de Gerardo Diego dialoga en silencio con el fluir de la corriente, mientras el río atraviesa los campos y en la superficie surgen los reflejos de los árboles, los cantos y las palabras de enamorados. El poeta dice, en las últimas estrofas, que quisiera ser como el río: avanzar y no cambiar nunca.
«Romance del Duero»
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Fuente: es.slideshare.net |
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