martes, 13 de octubre de 2015

7. Maletas perdidas por Luis García Montero

     Luis García Montero es uno de los máximos exponentes de la actual poesía en castellano. Con más de 25 libros, atesora el Premio Nacional de Poesía. Montero publica en el suplemento dedicado a la moda, Smoda, de El País. 
Poetas
Fuente: Smoda
     En primer lugar, pasaremos a un análisis previo sobre el poema de Montero. Lo que nos está contando es que tras un viaje a Estocolmo las maletas se pierden, por lo que ya no tienes ropa con la que vestirte. El poema es realista, nos cuenta una anécdota de manera que nos sorprende. Hay una alusión a un poema de Borges cuando se refiere a la lluvia. La “lluvia minuciosa”, es algo que personifica. Es un adjetivo poco habitual, pero que funciona igualmente. La ropa se convierte en el símbolo de nuestro destino, asimismo las perchas están siendo como nuestra propia biografía. Tras este breve análisis, ¿qué razón puede haber para mezclar poesía en una revista de moda? Se trata de una coartada para atraer la mirada al lector, a un lector más culto o personas que no están interesadas necesariamente en la moda, pero sí en la literatura. A su vez pretende enfocar la moda de una manera distinta, fuera de lo que se entiende comúnmente -como algo banal y trivial-,  y dotándola con un carácter más cultural. 

Consulta en: http://smoda.elpais.com/moda/poesia-para-ver-y-sentir/

Podéis encontrar el poema del que se ha hablado a continuación:

Maletas perdidas
En otro tiempo hubo un río aquí,
donde ahora no hay más que bancos y baldosas.
Hay más de una docena de ríos bajo la ciudad,
si hacemos caso a lo que dicen los más viejos.
Ahora es sólo una plaza en un barrio obrero.
Y esos tres chopos son la única señal
de que el río sigue ahí debajo.

Todos llevamos dentro un río oculto a punto de desbordarse.
Cuando no son los miedos, es el arrepentimiento.
Si no son las dudas, la impotencia.

Un viento del Oeste azota los chopos.
La gente camina a duras penas.
Desde el cuarto piso una señora mayor
arroja ropa por la ventana:
tira una camisa negra y una falda de cuadros
y un pañuelo amarillo de seda y unas medias
y aquellos zapatos blancos y negros de charol
que llevaba puestos el día de invierno que llegó del pueblo.
Eran como avefrías heladas sus pies sobre la nieve.

Los niños han salido corriendo tras la ropa.
Ha tirado, por fin, su vestido de boda,
que se ha posado torpemente sobre un chopo,
como si fuera un pájaro demasiado pesado.

Se oye un gran ruido. Se asustan los transeúntes.
El viento ha arrancado de cuajo uno de los chopos.
Las raíces del árbol parecen la mano de una mujer mayor,
que espera que cuanto antes otra mano la acaricie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario